Chilina, un viejo lugar que va cayendo en un olvido inexcusable. Lugar
de paseos de padres aventureros con hijos preguntones, de sendos safaris
de experiencias de niños y adolescentes, de la cantera magnífica de la
preciadísima “paja de cortadera” para hacer las volátiles cometas que se
elevaban al cielo con nuestros sueños y nuestras alegrías forradas de
frágil papel.
El cantar de un río pedregoso aromatizado por riberas pobladas de eucaliptos y helechos, es el marco de un cuadro casi idílico que muestra un paisaje bello y entrañable que muestra volcanes, andenes y una paleta de verdes maravillosa: ese es el paisaje de postal que aún podemos ver (no sabemos por cuánto tiempo más) en esta localidad que está ya, por artes del urbanismo desordenado y asfixiante, casi en el centro de la ciudad.
El cantar de un río pedregoso aromatizado por riberas pobladas de eucaliptos y helechos, es el marco de un cuadro casi idílico que muestra un paisaje bello y entrañable que muestra volcanes, andenes y una paleta de verdes maravillosa: ese es el paisaje de postal que aún podemos ver (no sabemos por cuánto tiempo más) en esta localidad que está ya, por artes del urbanismo desordenado y asfixiante, casi en el centro de la ciudad.
Edificios modernistamente horripilantes, basura que poco a poco está cubriendo todo, urbanizaciones con ínfulas de ghetos, ese parece ser el destino de este precioso rincón arequipeño que los trippers, siempre armados con sus cámaras, han decidido fotografiar para que esas imágenes nos cuenten una historia que corre el riesgo de olvidarse.
En este trip participaron Reynaldo Bedoya Montañez, Verónica García Jarufe y Jorge Bedregal La Vera
No hay comentarios:
Publicar un comentario